Resulta difícil encontrar una expresión más ejemplar de las encrucijadas de la Ilustración en el arte que la colección de Caprichos que grabó Francisco de Goya ( Fuentetodos, Zaragoza,1746-Burdeos,1828) en los años finales del siglo XVIII. La estampa que inicialmente iba a ser su frontispicio, El sueño de la razón produce monstruos, es una de las que, con mayor poder de sugestión, realizó Goya a lo largo de su vida. El propio título resulta ambiguo: ¿se trata de que la abdicación de la razón durante el descanso nocturno produce esas pesadillas o son más bien estas la consecuencia de la propia razón que sueña su extravío?. Goya partía de la tradición fantástica de los capricci poco antes cultivada por Tiepolo, pero la transformó radicalmente y, en este caso, su obra parece advertir al espectador contra los desvaríos de la imaginación.
José María de Magallón y Armendáriz (Tudela,1763-madrid,1845), Marqués de San Adrián y de Castelfuerte, fue uno de los prohombres ilustrados que se relacionaron con Goya y su cículo de amigos y retratados por él, entre ellos Cabarrús y Moratín. Nombrado en 1804 Gentilhombre de cámara del Rey afrancesado, como aquellos, sirvió a José Bonaparte, por lo que se exilió, durante unos años, en Burdeos, tras la entronización de Fernando VII, hasta que recuperó su antiguo cargo en la corte. Goya pintó su retrato en 1804, seguramente a consecuencia de su nombramiento. Su actitud es similar, aunque invertida, a la del célebre Sátiro en reposo de Praxíteles.