Museo de Bellas artes de Bilbao


La España negra (1899), de Émile Verhaeren y Darío de Regoyos, es un libro raro en todos los sentidos. Ni siquiera es un libro del que podamos decir que es bonito como lo de decimos de otros. Todo él transmite, sin embargo, exactamente lo que pretendía transmitir, una idea de España, una visión que alcanza, claro, a la manera que se tenía aquí hace cien años de hacer los libros, que era un poco descuidada, dolorosa y gris, más que negra, y eso pese a todos los grabados que jalonan el texto, de gran interés y también de mucho valor por tratarse de bojes originales, por no referirnos a la viñeta en verdad deslumbrante de su portada, que  es, pese a su causticidad, o precisamente por ella, una obra maetra de la viñetas tipográficas: una calavera tocada de una montera de torero, sobre una banderilla y un estoque chorreante de sangre a modo de tibias, sugiriéndonos desde la portada que algunos asuntos será mejor tratarlos con humor, aunque sea negro o dejarlos de lado.