La obra del Museo de Bellas Artes coruñés elegida para este diálogo, no es de temática española, sino belga. Se trata de un extraordinario interior gótico, el de Saint-Jacques le Mineur, de Lieja. Acompaña al lienzo una acuarela preparatoria, propiedad de la misma pinacoteca, y de una levedad turneriana. La atmósfera reinante en este extraordinario cuadro, de penumbra animada por la luz de las vidrieras, recuerda la reinante en algunos de sus interiores de iglesias españolas, por ejemplo en uno de 1839, el de la toledana de San Juan de los Reyes.
La capital de Bélgica, tierra antaño española, fue, durante parte de los años 1842-1844 el país llevaba sólo doce años siendo independiente, la ciudad de residencia de Villaamil. De esa Bélgica recorrida por Villaamil nos habla la pieza de la Biblioteca Nacional que se expone junto al cuadro de la acuarela: el tercero de los tres volúmenes de que consta la segunda edición, póstuma (la primera es de Bruselas,1659-1669), de Chorographia Sacra Brabantiae (La Haya, Christiam van Lom, Bibliopolam,1726-1727), magna obra del teólogo e historiador Antoon Sanders o Antonius Sanderus (Amberes, 1586- Affligem,1664), con grabados de Jan -Baptist van Berterham, David Coster, Jacques Harrewyn, Renier Hokhuysen y H. van Wel, sobre las edificaciones religiosas de Brabante, entre ellas de la propia Affligem, de Amberes, Bruselas, Lovaina y Malinas. Por su precisión topográfica, esos grabados nos permiten recordar los inicios neoclásicos de nuestro romántico, a la vez que apreciar su manera de alzar el vuelo con un amor por la fantasía y el misterio típicamente románticos, bien distintos del aludido afán precisionista que anima a los ilustradores de la edición setecencista del Sander.