La ciencia del Renacimiento formuló un principio fundamental: establecer una correspondencia perfecta entre la mente humana y la realidad por medio de los conocimientos matemáticos. Leonardo hizo suya esta causa. A tal efecto centró toda su especulación científica en la Naturaleza como objeto de estudio y en la búsqueda de sus claves como reto personal. La afición del florentino por estas materias se desarrolló ampliamente a partir de las enseñanzas recibidas desde 1496. En esa etapa, Leonardo compagina la actividad pictórica con sus trabajos teóricos. La concepción vinciana del mundo le llevó a considerar la importancia de la experimentación como método de trabajo intelectual. Esta postura presuponía un enfrentamiento con los partidarios de los studia humanitatis. El maestro, una vez establecido su marco epistemológico, procedería a exponer sus ideas sobre unas disciplinas que le entusiasmaban. Sus especulaciones quedaron plasmadas en diversos manuscritos. Los dos codices matritenses son la mejor prueba de sus intereses científicos en el período de madurez.