La figura de Leonardo (1452-1519) se caracteriza por su enorme fama. Esta aceptación social ha favorecido la creación de una imagen tópica del ilustre florentino. Debido a ello, es aconsejable recuperar su auténtica personalidad. Vivió durante la infancia en contacto directo con el mundo rural. Esta experiencia será determinante en la conformación de su pensamiento. En lo sucesivo, su único afán será descubrir las claves del libro de la Naturaleza, según sus propias palabras. Su primera juventud transcurrió en Florencia, uno de los ambientes más cultos de la Europa del Quattrocento. Al cumplir la treintena (c. 1482) se puso al servicio de Ludovico Sforza. A partir de ese momento se inició una etapa de gran brillantez. Es un período de madurez científica y artística. Tras la caída política del duque de Milán (1499), comenzará un período itinerante por diversas ciudades italianas. Luego, habrá unas segundas estancias prolongadas en Florencia (1503-1506) y Milán (1506-1513). El acceso al solio pontificio de León X, un miembro del linaje de los Médicis, propiciará su desplazamiento a Roma (1513-1516). Finalmente aceptará una oferta tentadora en el plano económico y social del rey de Francia. En ese país transcurrirán los tres últimos años de su vida. El 2 de mayo de 1519 morirá en Amboise, tras haber legado la totalidad de sus escritos, dibujos e instrumental profesional a su leal discípulo Francesco Melzi.