Los espectáculos que recreaban de manera fantasiosa la cultura de los negros americanos fueron muy populares en numerosos países, entre ellos la Cuba todavía colonial, y también llegaron a la metrópoli a través del circo y el teatro. Más tarde, con el furor del cakewalk, el baile de exhibición a cargo de profesionales afroamericanos apareció en las carteleras de todo el país.
La Primera Guerra Mundial trajo a Europa, además de los sones del jazz, a sus intérpretes genuinos, y las principales capitales del continente vieron llegar a una nutrida colonia de músicos negros, seducidos por la tolerancia racial y el aplauso que se les regateaba en los Estados Unidos. Les acompañaban sus instrumentos bulliciosos y alegres, entre los cuales destacaba la percusión, agrupada en un set que durante años fue conocido como jazzband y se convirtió en el icono de la nueva música, igual que Josephine Baker fue su musa europea. A finales de los años veinte y durante la República la música popular española fue decididamente multicolor.
Pese a las resistencias del franquismo, a partir de los años cincuenta las visitas de grandes genios del jazz se reanudaron poco a poco, con gran expectación. Con la democracia España ha sido por fin una etapa habitual de las giras internacionales de jazz.