Como cualquier lector educado en los estudios humanísticos, Góngora podía acudir a tres ramas importantes de la tradición poética: la grecolatina, la toscana o la castellana.
En la primera, junto a textos menos conocidos de la poesía griega y a autores como Horacio, Estacio, Marcial o Claudiano, predominan los poemas de Virgilio, cuyas obras son muy editadas en el siglo XVII, así como los quince libros de las Transformaciones de Ovidio, que son abundantemente vertidos al castellano y se conocen como la «Biblia de los poetas», por contener un innumerable repertorio de mitos clásicos.
Los poetas líricos italianos se leen en antologías de gran difusión, mientras que la poesía épica escrita en España deriva fundamentalmente del Orlando furioso de Ariosto y de la Gerusalemme liberata de Torquato Tasso.
Entre los poetas españoles, las referencias principales para don Luis son Garcilaso, Herrera y Carrillo y Sotomayor, quienes propician la inspiración lírica, y Ercilla y Rufo, que nutren el tono épico.