Pablo García Baena
En los primeros años 60, Dámaso Alonso y su mujer Eulalia Galvarriato venían algunos días a Córdoba, ocupados en sus investigaciones gongorinas en el Archivo del Cabildo Catedral. Vivían en el antiguo Hotel Simón, con su verde palma centrada en el patio, como un quitasol vegetal, y sus sillerías isabelinas tan hechas a las presencias literarias: Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Adriano del Valle.
Almorzaban Dámaso y Eulalia en un restaurante alto, de ventanas que daban a la plaza de las Tendillas y que era propiedad de un cura, el cura Bruzo, personaje popular y pintoresco, benefi ciado de la catedral y cercano al Góngora que escandalizaba a obispos y canónigos.