Imágenes para Góngora: del tímpano al iris

 

Luis F. Martínez Montiel

Volver la palabra imagen, la placentera artificialidad en realidades entendibles, es sin lugar, un juego singular y perverso, como aquel que implica toda metáfora. Si a ello se añade que la palabra es de aquel con quien llegó a cotas de virtuosismo jamás logradas, se podrá entender la dificultad que implica llevar a cabo una exposición como la que este artículo acompaña. Digámoslo desde el principio, la obra de Góngora, pese a su trascendencia para la literatura universal, no ha tenido la misma suerte con las imágenes plásticas, que otras de menor calado. Sus poemas no han sido ilustrados, quizás por aquella dificultad que se les achaca, de una forma a su altura, más que en contadas ocasiones. Al margen de algunas ilustraciones a sus obras, realizadas en algunas interesantes ediciones, la gran mayoría de sus poemas no han superado el papel ilustrativo y de acompañamiento en las publicaciones. Pocas son las obras, que al margen de esos libros, se han convertido en piezas autóctonas, ilustradoras de las palabras gongorinas. Por ello, la muestra ha pretendido presentarnos uno de los posibles e infinitos mundos imaginados con la decodificación de sus textos. No es menos importante el esfuerzo que hace por recorrer su obra sin seguir un camino cronológico, sin limitarse a periodos en los que el artista vivió, o en los que su influencia fue directa. Traer a Góngora desde su dorado siglo hasta nuestros tiempos no es más que imitar el camino que su influencia trazó.