Gustavo Guerrero
Aunque celebre con cierta gracia la gloria de un César de las letras y no de las armas, mi título tiene mucho de irónico y hasta de provocador, ya que, en los párrafos que siguen, intento situar las narrativas sobre el gongorismo en América Latina dentro de un contexto que, en realidad, poco o nada tiene que ver con viejas nostalgias imperiales. Muy por el contrario, lo que pretendo es ofrecer perspectivas menos distorsionadas y más actuales, menos etnocentristas y más abiertas, sobre un tema que, creo, se presta a interpretaciones eminentemente dialógicas e interculturales. Porque no es otro, a mi modo de ver, el tipo de lectura a que hoy invita cualquier aproximación a la posteridad latinoamericana de Góngora, dado que su horizonte necesario es el espacio atlántico en tanto escenario de una de las experiencias históricas más originales y fecundas en el intercambio literario entre varias culturas con una misma lengua. Desde este punto de vista, puede avanzarse que, más que un emperador, un patrono o una fi gura tutelar, Góngora ha sido en Latinoamérica un ingrediente importante en una serie de procesos de hibridación que tuvieron una incidencia signifi cativa en el posicionamiento de nuestros escritores ante el presente y el pasado.