Góngora y la música

 

Lola Josa y Mariano Lambea

Una de las grandes inquietudes de la sensibilidad barroca (prewagneriana en tantos aspectos) fue lograr discursos musicales para la expresión textual a través de procedimientos intelectuales o pictóricos. Con ello se obtenía la constatación de que la música era capaz de representar los afectos o sentimientos del texto, y pintar los fenómenos de la naturaleza descritos en él. En aquella época de su historia, la música aún no disponía de un lenguaje autónomo capaz de expresarse libremente sin el concurso de la palabra poética, motivo por el que todo compositor era capaz de percibir de modo excepcional la posibilidad musical que el texto poético, en sí, posee, tanto formalmente (acentuación, métrica, ritmo y rima) como semánticamente (concepto, exégesis, retórica). Pero para que la íntima relación entre arte literario y arte musical pudiera realizarse con precisión en una obra de arte superior, tenía que seguirse un proceso de dependencia de los elementos técnicos del lenguaje musical al sentido del texto poético. La preceptiva musical del Siglo de Oro nos brinda variados ejemplos del énfasis y la solicitud con que se afanan los tratadistas en discurrir sobre la relación entre música y poesía, apuntándole al compositor algunos consejos y sugerencias.