Góngora, poeta para nuestro siglo

 

Robert Jammes

Aunque parezca mentira, no es fácil, al cabo de tantos años dedicados al estudio de Góngora, esbozar en pocas páginas su perfi l y su relevancia, como me lo sugirió Joaquín Roses. Es casi una aventura, en la que consentí fi nalmente embarcarme contando con la benevolencia del lector, si acepta acompañarme en esta recapitulación, forzosamente superfi cial, de las poesías del cordobés. Antes de empezar, propongo al que se tome el trabajo de leer este pequeño ensayo, que abra la más reciente edición de las obras completas de Góngora, la del año 2000 de Antonio Carreira, donde las poesías están clasifi cadas por su orden cronológico de composición, para hojearla conmigo, despacio, año tras año. Convendría además que dicho lector, recién iniciado o ya docto gongorista, haga un esfuerzo, como lo haré yo también, para no buscar en esta somera lectura otros temas de investigación. Pongamos entre paréntesis los comentarios antiguos y modernos —los nuestros también—, dejándolos, sin olvidarlos totalmente, en la trastienda de nuestra memoria: así, tomando distancia y poniendo esta obra en perspectiva, nos será más fácil ver, a trueque de algunas aproximaciones, su desarrollo progresivo y su lógica interna. Fijaremos preferentemente nuestra atención en lo que, todavía hoy, puede provocar alguna vibración en nuestras sensibilidades de hombres y mujeres de los años dos mil y tantos: con un poco de paciencia, llegaremos así a maravillarnos, quizás, de la sorprendente actualidad de Góngora.