Al contemplar las ediciones antiguas, verdaderos tesoros que custodia la BNE, constatamos el decir de Quevedo, que la imprenta libra a “las grandes almas que la muerte ausenta de injurias de los años vengadoras”. La imprenta ha permitido que lleguen hasta nosotros los escritos de hombres y mujeres, muchos de los cuales, de no ser por ella, se habrían perdido. Asomarse a esos tesoros es ir de sorpresa en sorpresa al comprobar que, en aquellos albores, cuando aún se estaba pasando no sólo de manuscrito a libro impreso, sino de latín a romance, las mujeres tenían un papel en la cultura y participaban en las manifestaciones sociales en las que ésta intervenía.