La elaboración de una encuadernación mudéjar no era muy distinta a la de otras encuadernaciones medievales europeas. Las hojas, organizadas en cuadernos, eran cosidas entre sí con hilo fuerte que, a su vez se iba tejiendo sobre soportes de piel denominados nervios. Terminada la costura, el bloque de texto se fijaba con ayuda de los terminales de estos nervios a unas tablas de madera que, posteriormente se cubrirían con una piel fina de oveja, cabra o becerro sobre la que se estamparían con hierros de pequeño tamaño las complicadas decoraciones y lacerías.
No todas las encuadernaciones mudéjares responden a los patrones de la encuadernación occidental. La influencia de los artesanos árabes se puede apreciar en detalles constructivos como el uso de costuras sin nervios propio de la encuadernación oriental, la sustitución de las tapas de madera por cartones fabricados con hojas de papel viejo o el uso de lienzos bastos de lino en el enlomado de los libros.
La invención de la imprenta tendrá algunas consecuencias en la forma de construir los libros. Se mantendrá la costura sobre nervios, pero poco a poco las encuadernaciones se irán aligerando y transformando hasta tomar el aspecto del libro moderno.