Si hubiera que destacar dos fenómenos que marcaron el desarrollo histórico de la Península Ibérica entre los siglos viii y xv, estos serían, sin dudarlo, la dominación musulmana y la reconquista. Durante casi 800 años, musulmanes, judíos y cristianos compartirán un espacio común con consecuencias sociales, políticas, religiosas, que influirán decisivamente en la cultura y el arte español y en toda la Europa mediterránea.
El fenómeno mudéjar está determinado por la Reconquista. Por un lado, la tolerancia religiosa permitió a musulmanes y judíos seguir profesando su fe en los territorios conquistados por los cristianos. Por otro, las necesidades de culto y dominación social impusieron el pragmatismo en esos mismos territorios, fruto del cual numerosas mezquitas y sinagogas fueron santificadas como iglesias y los palacios convertidos en alcázares reales. Ello hizo posible la absorción de la estética de las tres culturas de manera natural, sin imposiciones ni traumas, generando uno de los fenómenos más enriquecedores de la historia de España.