El texto no sólo se transmite en rollos de la Torah y códices bíblicos, sino que se hace parte de la producción cultural de los judíos de Sefarad en su sentido más amplio.
Los versos de la Biblia adquieren presencia en la vida diaria y en el imaginario visual colectivo judío. Aparecen en objetos personales, en filacterias, en amuletos, en epitafios, y en todo cuanto acompaña el ciclo de la vida. La lengua de la Biblia está creando la propia literatura hebrea, y su texto y contenido se hace indisociable de cuanto los judíos de Sefarad leen y escriben.
Citas de los salmos recorren los muros de alguna de las pocas sinagogas mudéjares que aún sigue en pie, y en cuyo espacio el texto bíblico se leía en un ciclo anual que marcaba también el paso del tiempo.