La interpretación de la Biblia fue además en Sefarad punto de encuentro y de desencuentro entre judíos y cristianos. La Biblia hebrea, denominada en hebreo TaNaKh, acrónimo de sus tres secciones: Torah (Pentateuco), Nevi’im (Profetas) y Ketuvim (Hagiógrafos, o Escritos), había sido adoptada por los cristianos, que cambiando el orden de los libros y añadiendo ciertos textos la denominaron Antiguo Testamento, y a ella sumaron toda una colección de libros, que desde su punto de vista constituía un Nuevo Testamento que suplantaba al anterior.
El texto corresponde a la TaNaKh (que los judíos leían en hebreo) / Antiguo Testamento (que los cristianos leían en su traducción latina) era así básicamente el mismo, pero la intrepretación que de él hacían unos y otros difería, en ocasiones, radicalmente. Las diferencias respecto a la interpretación del texto bíblico fueron parte del arsenal del que los miembros de ambas religiones se sirvieron en su enfrentamiento polémico. Esa controversia quedó plasmada en textos, en su mayoría escritos entre los siglos XIV y XV como los que incluye esta sección, o en debates públicos como los que, orquestados por las autoridades cristianas, tuvieron lugar en Barcelona en 1263 y en Tortosa en 1413-1414.
En todo ello desempeñaron un papel muy relevante destacados conversos judíos al cristianismo, buenos conocedores de ambas tradiciones.