Exégesis bíblica

El texto bíblico constituyó el punto de partida de toda una literatura exegética destinada a precisar su sentido, adaptarlo a los cambios históricos y las exigencias de la vida cotidiana, e interpretarlo a la luz de las corrientes intelectuales en las que los judíos de Sefarad tomaron parte activa.

La atención prestada al estudio de la lengua y la gramática hizo que, al menos hasta el siglo XII, tanto en al-Andalus como en Provenza, se practicara una exégesis de tipo literal. A finales del XII y lo a largo del XIII llegaron a la Península corrientes exegéticas procedentes de Ashkenaz (norte de Francia y Alemania), que tuvieron gran impacto en los siglos siguientes. Así, la obra del exegeta judío más conocido e influyente, Salomón ben Isaac, conocido como Rashi (1040–1105), de origen askenazí, empezó en ese momento a circular y ser copiada en la Península. A esas corrientes, exegetas judíos de los reinos cristianos sumaron nuevos estilos exegéticos, como el filosófico o el cabalístico.

En su última etapa los comentarios se abrieron a las tendencias humanísticas que anunciaban el Renacimiento. Muchos de los conflictos que surgieron en el seno del judaísmo peninsular medieval son en origen debidos a la interpretación del texto bíblico.