Las primeras firmas de perfumería francesas se establecieron en torno a dos grandes núcleos, Grasse, en una campiña rodeada de flores, y París, donde se elaboraba y comercializaba el producto final. Tras la revolución industrial las fábricas a vapor presentan importantes adelantos en sus instalaciones. Para la composición de sus productos utilizan materias primas naturales de origen vegetal como la rosa, la violeta, el clavel o la flor de azahar y de origen animal como el almizcle y el castóreo que permiten a los perfumistas fijar la persistencia de sus creaciones. En España las grandes fábricas como Gal, Myrurgia, Puig y Parera aparecen en las primeras décadas del siglo XX.
La importancia que adquiere la industria de la perfumería se refleja en la aparición de obras y tratados sobre la fabricación de jabones, cosméticos y perfumes. Igualmente se publican libros y revistas científicas sobre la aplicación de la química y los productos sintéticos en la elaboración de las fragancias.